El mindfulness consiste en tomar conciencia de nuestro presente para concentrarnos más en todas las tareas. Muchas veces vamos con el piloto automático al realizar las tareas cotidianas y no nos damos cuenta de qué hemos hecho al final del día. Porque lo hacemos todo como si estuviéramos “programados” o como si fuéramos máquinas. Para vivir plenamente en el presente, te contamos cómo puedes iniciarte en el mindfulness, qué puedes cambiar en tu rutina y qué beneficios se obtienen.
Se puede practicar cada día en pequeñas sesiones de diez minutos. A medida que nominamos la técnica, podemos aumentar el tiempo paulatinamente hasta una hora al día.
¿Qué necesitas? Un espacio cómodo que te haga sentir bien. A ser posible, libre de ruidos. Lo ideal es que sea un espacio donde nos mantengamos alejados de los aparatos electrónicos. La ropa que sea cómoda y holgada, ¡incluso sin zapatos! Puedes sentarte en el suelo o en una silla cómoda. Lo importante es que la espalda esté recta y relajada. Los brazos puedes colocarlos encima de las rodillas.
Cuando tengas un lugar cómodo, te sientas y mantienes la postura recta. Cierra los ojos. Empieza prestando atención a tu respiración. Como el aire entra por la nariz, los pulmones se hinchan y el aire sale por la boca. Reconoce la forma en la que se mueve tu diafragma.
Si eres una persona más nerviosa y no puede concentrarse, puedes probar de imaginarte que estás en un lugar tranquilo, que te relaje. Puede ser un sitio real o imaginario. Inspira por la nariz y expira por la boca de manera pausada y relajando los músculos.
Tras varios días, puedes incorporar sonidos y música instrumental. En estas sesiones se trata de prestar atención al sonido mientras se repiten los ejercicios de respiración. Si te pones música instrumental, presta atención a qué tipo de instrumentos suenan y trata de identificarlos.
Una vez dominada la técnica de concentrarse con la respiración, en escuchar sonidos o en imaginar un sitio. ¡Toca avanzar! Ahora los ejercicios tratarán de vaciar la mente y dejarla en blanco. Eliminar todos los pensamientos negativos y observarlos desde la neutralidad. Con el tiempo y la práctica, se consigue una meditación profunda y concentración total en nuestro objetivo.
Tú decides cuál es el mejor momento de tu día en el que puedes practicar durante unos minutos esta disciplina. Lo ideal es que sea siempre en el mismo lugar y en la misma hora. De esta manera, tanto tu mente como tu cuerpo crean este hábito. Aprendes a concentrarse con mayor facilidad.
Los mejores momentos para realizar mindfulness podría ser al poco de despertarse o antes de acostarnos. Practicar durante las primeras horas del día ayuda a mejorar nuestra atención durante el resto de la jornada. El mindfulness nocturno sirve para liberar las tensiones acumuladas y liberarnos de los pensamientos negativos.
Tras varios días, notaremos beneficios en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Observaremos que se reduce nuestro nivel de ansiedad o de estrés. Por ejemplo, ante una situación difícil, o un pensamiento identificado como negativo, será más sencillo reflexionar sobre ello de manera abierta, calmada y sin prejuicios. Podremos extraer soluciones, observar nuestras fortalezas y debilidades. Así reforzamos una actitud constructiva. Nos sentimos con más confianza para afrontar los retos de la vida.
Como estamos reforzando la concentración, nuestra mente se mantiene más centrada. Trabaja por objetivos y mejora la memoria. Además, se presta más atención tanto a nuestro alrededor como a nosotros mismos. Tomamos conciencia de cuántos pensamientos tenemos a lo largo del día. De cuáles de ellos son positivos o negativos. También nos hace sentirnos más empáticos y sociables. Esto es así por nuestra actitud más abierta y neutral, sin prejuicios.

¿Cómo iniciarse en el mindfulness?
Se puede practicar cada día en pequeñas sesiones de diez minutos. A medida que nominamos la técnica, podemos aumentar el tiempo paulatinamente hasta una hora al día.
¿Qué necesitas? Un espacio cómodo que te haga sentir bien. A ser posible, libre de ruidos. Lo ideal es que sea un espacio donde nos mantengamos alejados de los aparatos electrónicos. La ropa que sea cómoda y holgada, ¡incluso sin zapatos! Puedes sentarte en el suelo o en una silla cómoda. Lo importante es que la espalda esté recta y relajada. Los brazos puedes colocarlos encima de las rodillas.

Ejercicios de iniciación
Cuando tengas un lugar cómodo, te sientas y mantienes la postura recta. Cierra los ojos. Empieza prestando atención a tu respiración. Como el aire entra por la nariz, los pulmones se hinchan y el aire sale por la boca. Reconoce la forma en la que se mueve tu diafragma.
Si eres una persona más nerviosa y no puede concentrarse, puedes probar de imaginarte que estás en un lugar tranquilo, que te relaje. Puede ser un sitio real o imaginario. Inspira por la nariz y expira por la boca de manera pausada y relajando los músculos.
Tras varios días, puedes incorporar sonidos y música instrumental. En estas sesiones se trata de prestar atención al sonido mientras se repiten los ejercicios de respiración. Si te pones música instrumental, presta atención a qué tipo de instrumentos suenan y trata de identificarlos.


Ejercicios más avanzados
Una vez dominada la técnica de concentrarse con la respiración, en escuchar sonidos o en imaginar un sitio. ¡Toca avanzar! Ahora los ejercicios tratarán de vaciar la mente y dejarla en blanco. Eliminar todos los pensamientos negativos y observarlos desde la neutralidad. Con el tiempo y la práctica, se consigue una meditación profunda y concentración total en nuestro objetivo.

¿Qué puedes cambiar en tu rutina para incorporar el mindfulness?
Tú decides cuál es el mejor momento de tu día en el que puedes practicar durante unos minutos esta disciplina. Lo ideal es que sea siempre en el mismo lugar y en la misma hora. De esta manera, tanto tu mente como tu cuerpo crean este hábito. Aprendes a concentrarse con mayor facilidad.
Los mejores momentos para realizar mindfulness podría ser al poco de despertarse o antes de acostarnos. Practicar durante las primeras horas del día ayuda a mejorar nuestra atención durante el resto de la jornada. El mindfulness nocturno sirve para liberar las tensiones acumuladas y liberarnos de los pensamientos negativos.


¿Cómo se aplican estos cambios?
Tras varios días, notaremos beneficios en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Observaremos que se reduce nuestro nivel de ansiedad o de estrés. Por ejemplo, ante una situación difícil, o un pensamiento identificado como negativo, será más sencillo reflexionar sobre ello de manera abierta, calmada y sin prejuicios. Podremos extraer soluciones, observar nuestras fortalezas y debilidades. Así reforzamos una actitud constructiva. Nos sentimos con más confianza para afrontar los retos de la vida.
Como estamos reforzando la concentración, nuestra mente se mantiene más centrada. Trabaja por objetivos y mejora la memoria. Además, se presta más atención tanto a nuestro alrededor como a nosotros mismos. Tomamos conciencia de cuántos pensamientos tenemos a lo largo del día. De cuáles de ellos son positivos o negativos. También nos hace sentirnos más empáticos y sociables. Esto es así por nuestra actitud más abierta y neutral, sin prejuicios.
Esperamos que te animes a empezar la técnica del mindfulness. ¡Ganarás en bienestar! En cuanto creas el hábito de cuidarte y eliminar los pensamientos negativos, ¡vives plenamente en el presente!